Toda la obra contenida en este blog está registrada en Esta obra está protegida por las leyes de propiedad intelectual y disposiciones de tratados internacionales, y no puede copiarse, difundirse o distribuirse sin la autorización del titular de los derechos.
Un bien relativo. Teresa Cardona
-
Por fin vuelvo, pero solo mi constancia y mi organización dirán si de
seguido o solo es un espejismo. La verdad es que no tengo mucho tiempo para
leer. ...
El comensal / Gabriela Ybarra
-
No suelo leer novelas de autores españoles. No sé realmente por qué. Quizá
sea que estoy llena de prejuicios, o que las sinopsis no me suelen llamar
la ate...
Llegó el final
-
Queridos amigos, han sido años de compartir con vosotros mi alma al
desnudo. Quiero aclarar algo, que muchísimas personas confundieron, mi
nombre. Duna al ...
FINAL DE PARTIDA
-
Se terminó el tiempo, nuestro tiempo.
La luz ya se hace tenue, indicando
que hay que abandonar el campo de la batalla.
Aquí yace, tan bello, el derrotad...
La piel transparente
-
Yo que tú me iría a la feria con la tableta para hacer retratos. Te
forrarías. Me lo dijeron el otro día. Dibujo desde niño, no sé cómo ni por
qué. Nadie ...
La piel transparente
-
Yo que tú me iría a la feria con la tableta para hacer retratos. Te
forrarías. Me lo dijeron el otro día. Dibujo desde niño, no sé cómo ni por
qué. Nadie ...
Un bien relativo. Teresa Cardona
-
Por fin vuelvo, pero solo mi constancia y mi organización dirán si de
seguido o solo es un espejismo. La verdad es que no tengo mucho tiempo para
leer. ...
Pregón de la Feria de Real de Alcaudete 2022
-
Buenas noches
Sr. Alcalde
Sra. Concejala Festejos y resto de miembros de la corporación.
Estimados Quini y Domingo,
Familiares, amigos, ciudadanos y...
Cuando tu cuerpo va contra ti
-
Finalmente voy a tener que ir al fisio. Me he estado resistiendo durante
todo el año, pero ya he llegado a una situación en que no puedo salir a la
calle...
Adriano González León: País portátil
-
[image: Adriano González León, cronista y viajero urbano - Prodavinci]
Hubo un tiempo en que se escribían novelas para presentarlas como armas
...
-
El ocaso de los sentidos es la historia de una madre y una hija.
La historia de una etapa de la vida, en la que una se convirtió de nuevo en
niña y la ...
El mundo de Rosalia
-
Las nubes dibujan en el cielo formas diversas que la imaginación convierte
en aquello que está dentro de tu mente. Esas que el viento lleva de acá
para a...
Esta noche, en mi país...
-
Estará ahí, como cada noche...
hoy será hermosa como un queso, grande como lo es ella. Brillante algo más,
tal vez, que otras noches.
Hoy no se esconde. Est...
-
DIA 2
¡Hola a tod*s!
Bien, pues hoy, día 2 que ando por aquí, me gustaría compartir una comida
de cabeza que tengo desde que leí este artículo:
http://l...
FINAL DE PARTIDA
-
Se terminó el tiempo, nuestro tiempo.
La luz ya se hace tenue, indicando
que hay que abandonar el campo de la batalla.
Aquí yace, tan bello, el derrotad...
La otra puerta deja de actualizarse y se traslada
-
Ya no habrá nuevos contenidos en este blog, puesto que hace tiempo tenía la
intención de actualizar mi sitio *eldigoras.com* y adaptarlo a un poco al
mundo...
Lisa Germano y Phil Selway en Covo Club
-
Aprovechando los días que estuve en Bolonia descubrí el Covo Club, un local
con una interesante programación de conciertos, y allí el 30 de marzo fui a
ver...
LOS PREMIOS... TODOS JUNTOS.
-
Queridos Autores,
ya sé que la espera ha sido larga... también mis espacios sin tiempo lo
son... Esa es la razón de la demora, por la que os pido, de nuevo,...
El día es frío y gris, como una antigua moneda guardada en el fondo del bolsillo, la niebla nos envuelve con su manto húmedo, enmarcando en penumbras el escenario que nos rodea
.
En el silencio de la madrugada el férreo chirrido de los frenos del autobús de dos plantas me devuelve a la realidad, es mi parada, me deslizo entre los somnolientos pasajeros del piso superior, bajo las empinadas escalerillas y al atravesar las puertas entreabiertas de mi carroza metálica el frío me acoge burlón y lastimero, la temperatura media de estos lares no está hecha para una valencianito de a pie, acostumbrado a 15/20 grados el bofetón de 0 grados impacta en mi cara como un frío fantasmal.
Princess Street está desierto, el autobús reanuda la marcha y me deja huérfano y naufrago en la soledad de la mañana, mientras la niebla se va disipando a mi alrededor, elevo la mirada y un gigante de hierro me cierra el paso, en la entrada de escalones que se adentra a los jardines de Princess Street hace guardia un imponente Guardia escocés a caballo, con su esqueleto de hierro negro.
Flanqueo la protegida entrada y me adentro entre la bruma por las sendas del jardín, mientras la niebla se va despejando dejando que las fantasmales siluetas de los árboles se conviertan en simples ramas con sus desnudos esqueletos, a mis pies el barro juguetea con mis zapatos. Atravieso un puente de madera y la senda se bifurca en dos direcciones, a mi derecha la silueta de un enorme castillo empieza a abrirse paso entre la bruma. A mi izquierda las luces me indican el camino hacia la civilización en medio de este inhóspito paraje.
Doblo mis pasos hacia la seguridad de la luz, un banco de madera con una inscripción me saluda y sorprende, “a mi madre, de su hijo”, los nombres se pierden en mi memoria. Avanzo entre verde césped y flores de colores, los tímidos rayos del sol se adentran y se abren paso para arrancar un toque de color a este día gris. El final de la senda, una cancela me separa del asfalto, miro hacia atrás y el jardín me saluda, ahora verde y marrón, amarillo y lila, hacia delante Dickens esbozó el contorno de la ciudad. Edificios de negra piedra, cancelas de hierro, verde moho deslizándose de las esquinas de los edificios, como sangre supurando de una herida abierta. Atravieso la calle desierta, el eco de mis pisadas retumban en el silencio de nuevo, la encrucijada, dos caminos a elegir, izquierda o derecha, me dejo llevar, doblo a la izquierda, la boca del callejón me observa y me llama, la débil y amarilla luz de una farola tililea en un rincón…
Mis pies se deslizan por los húmedos escalones, atravieso la cancela de hierro, y sorteo el esqueleto de un inquietante árbol, gotas de humedad repiquetean en el suelo, el maullido de un gato, el silencio, la humedad que se desliza por cada resquicio de mi piel, frías gotas de miedo…
Alguien se mueve en la oscuridad, Robert Louis Stevenson eleva su pluma hacia mí, sonríe y desaparece dejando una estela de humo y olor a especias lejanas. Tras la esquina Sherlock Holmes discute con su creador mientras emergen volutas de su pipa , mi imaginación me está jugando una mala pasada. Deslizo mis pasos furtivos, el callejón se ensancha, escucho los cascos de un caballo golpear la piedra, Ivanhoe charla con Rob Roy mientras Robert Burns compone Auld Lang Syne sentado en el quicio de una ventana… y a sus pies el profesor Challenger estudia como llegar al Mundo Perdido. Atravieso una pequeña plaza atestada de fantasmas, cada uno de ellos me mira y me sonríe, la dama del lago me ofrece una sonrisa y alarga su mano, yo cierro los ojos, y atravesando el arco de piedra dejo atrás el callejón de los escritores, donde el tiempo se ha detenido. En su suelo de piedra podemos encontrar la historia grabada y en su museo toda la leyenda y veracidad de las palabras escritas…
The Royal Mille me acoge tranquila, los comercios empiezan abrir sus puertas, el aroma del café inunda mis fosas nasales, de las paredes de los edificios empiezan a florecer faldas escocesas, bufandas, telas a cuadros, camisetas de equipos de fútbol. Doblo esta vez a la derecha, por más que me cueste admitirlo, y avanzo mis pasos dirección al castillo, imponente.
La calle se acaba abruptamente en una gran explanada, atrás he dejado las tiendas de souvenirs, las cafeterías y los pubs, ante mí se eleva majestuoso el Castillo de Edimburgo, dominando la ciudad…
Atravieso el foso y la puerta de piedra, la historia se posa en mi espalda, escucho llantos y risas, entrechocar de espadas, cascos de caballos al galope, voces incomprensibles. Los pendones se mecen con el viento y el olor a pólvora me hiere la nariz, mi vívida imaginación me lleva de la mano y yo, fiel alumno me dejo llevar.
Tras las almenas a mi izquierda se vislumbra la nieve de las High Lands, a mi derecha el mar, sobre mí, la piedra de la historia….