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Despertar


Cuando despierto, sé que no estoy solo, todavía queda a mi lado izquierdo el calor amortajado de tu presencia, las sábanas me devuelven la calidez de tu tibia piel como una recompensa.

Cuando despierto, todavía creo escuchar el gotear del grifo de la ducha, la rebelde gota de agua caliente resbalando por esa cañería que se empeña en volar libre, como tu perfume, que perdura día a día aprisionado entre las cuatro paredes de esta estancia que es nuestro mausoleo particular…

A veces, incluso, la tibia luz de la mañana al filtrarse a hurtadillas a través de las cortinas, arranca destellos a tu sonrisa dormida…

Otras sin embargo, vaga sin rumbo sobre las sábanas, buscándote sin encontrarte…esas ahora, son las más…

Y entonces, creo escucharte, el aroma de café se desliza desde la cocina para buscarme, yo obediente, alzo mis hombros, desperezo los sueños y encandilo ilusiones, pero al final, cuando te veo, mi mundo se desvanece, tu foto en la mesilla de noche, sonriéndome desde tu mundo, el colgante de garfield de plata, que tanto te gustaba colgado de un lado del marco, me recuerda tu ausencia, me golpea la realidad y me doy cuenta de que todo son recuerdos, y el silencio inunda un cuarto vacío, donde el calor de tu cuerpo ya no alimenta mi cama, sin embargo, en el armario tu ropa te espera, en el baño, tu neceser intacto suplicando tu piel…y yo, miro despacio al lado derecho, donde ella me espera para recordarme, que al menos yo respiro, aunque dependa mi vida de una carroza de acero para sobrevivir, ese es mi precio, a un semáforo en rojo.



© J Marzo

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