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Lunes


Lunes, 8: 45 de la mañana.


Hoy ha amanecido gris el cielo, las nubes se arremolinan alrededor de la montaña donde el repetidor preside a su audiencia.


Lourdes lleva a Tomás de la mano, el niño no ha pasado un buen fin de semana, pesadillas y alocadas carreras nocturnas por el pasillo han sido la tónica general, por lo que ella tampoco ha descansado lo suficiente. Su marido tampoco está de buen humor, le ha tocado guardia el Domingo y encima el niño no los dejó dormir.

Un fin de semana para el recuerdo.


La acera hasta el colegio está repleta de madres y padres con sus hijos, mochilas, libros, caras de sueño y de desesperanza untadas en pieles de todos los colores.


África viene de la mano de su padre, Damián. De joven hay que admitir que era un tipo guapo, piensa Lourdes, pero ahora se ha dejado mucho, con esa coleta llena de canas y un aspecto de drogadicto que no acompaña mucho.


Se saludan, los dos niños son muy buenos amigos, se dan la mano y entran juntos en el colegio, la Seño ya está haciendo la fila para entrar en clase.


Un beso fugaz, un hasta luego pórtate bien y cada progenitor cede a su descendiente con un lamento del corazón.


La clase es una explosión de colores, las paredes están vestidas de dibujos, estanterías llenas de juguetes y material de trabajo, librerías llenas de cuentos y mesas diminutas a sus pies.


Nerea, la seño, tiene 28 años, todavía no ha aprobado la oposición pero al menos este año tiene una sustitución en este colegio y podrá ocuparse todo el año de la misma clase. Su pelo castaño claro juega creando desafiantes bucles en sus hombros.


Veinticinco niñas y niños se arremolinan a sus pies, se siente como Gulliver en el país de Liliput. Con maestría aprendida tras innumerables horas de trabajo los alecciona a sentarse en círculo, para realizar la asamblea en la que pasará lista de los asistentes, colocando una foto de cada uno ellos en el casillero correspondiente y, si alguno estuviera enfermo y no hubiera ido a clase, en la casita de colores dibujada en cartulina en la pared.


Cada nuevo curso escolar trae nuevos retos y aventuras, y cada colegio es un mundo. En este en particular, de 25 alumnos que comportan la clase, se pueden observar a simple vista hasta siete nacionalidades diferentes, con la problemática del idioma, diferencias socioculturales, económicas y por supuesto, religiosas. Por todo ello, entre otras cosas se ha decidido anular la asignatura de religión, así como la celebración en el aula de cualquier fiesta de carácter religioso, ya sea Navidad, Pascua, etc.


Tras la asamblea, Nerea les ofrece a cada uno de ellos una hoja de papel, los sienta en las diminutas mesas y les pide que, utilizando los colores que previamente ha dispuesto para que compartan dibujen lo que han hecho este fin de semana.


Rubén es un chico serio, callado y en ocasiones conflictivo, con el ceño eternamente fruncido y que, de repente, se abraza violentamente a Nerea. De tez ligeramente oscura y unos inmensos ojazos negros, realmente es un niño muy guapo.


Se sienta junto a Tomás y África, que siempre van juntos a todos lados, el resto de los niños dicen que son novios.


África está dibujando un parque donde fue a pasar el día con sus padres el Domingo, corrieron alrededor de los árboles, jugaron al escondite y dieron de comer a los patos en un pequeño estanque.


Tomás mira de reojo a su compañera, siempre se ruboriza cuando la mira de frente.

Se mete el lápiz de colores en la boca y lo mordisquea intentando acordarse del sueño de la otra noche, ese que con el que casi se hizo pis en la cama y tuvo que salir corriendo a la habitación de sus padres.


Rubén como siempre, está callado, coge una cera negra y dibuja un monigote tirado en el suelo, junto a él con una cera roja dibuja una gran circulo que pinta también de rojo, con unos grandes ojos amarillos, una boca llena de colmillos y unos temibles cuernos que le crecen en la parte superior.


Nerea se desliza entre las mesas, observando los dibujos y las caritas apasionas, al llegar tras Rubén se para y se acuclilla junto a él.

-Rubén, ¿has dibujado tu esto? - le pregunta cautelosamente.

El niño, no responde, tan solo asiente levemente, cabizbajo.

-Quién es este que está en el suelo Rubén, ¿eres tú? – El niño asiente de nuevo, sin levantar la mirada.

-Y este otro, Rubén, ¿Quién es? – Nerea está preocupada, no es un dibujo nada alentador.

Silencio.

-Rubén, venga dime, ¿quien es este que está contigo? – insta de nuevo Nerea.

Silencio.

Rubén levanta levemente la mirada, en sus ojos hay miedo y sus labios tiemblan.

Nerea lo coge de los hombros delicadamente y con la mano le acaricia suavemente su cara.

-No pasa nada cariño, no tienes que decir nada. – no quiere forzarlo, ya buscará ayuda si fuera necesario.

Rubén la mira fijamente esta vez, abre la boca, despacio, casi no le salen las palabras, tan solo un susurro.

-¡Es Papá!!

4 Comments:

  1. Isabel said...
    Es increible lo que un niño puede expresar sin palabras, solo con sus dibujos y cuando le miras a los ojos. Un Relato muy interesante. Un beso
    Infiernodeldante said...
    Dios! No sabes lo bajo que está en mi pais el nivel de enseñanza. Para que una docente, consiga darse cuenta de algo a través de lo que una criatura manifieste, ya sea con dibujos, o en el idioma que ellos puedan darse a entender, pasan años de abuso, sin que se entere nadie. Duro relato, pero sostengo que desde la denuncia, y mostrar los hechos tal como son, se puede modificar esa realidad tan dolorosa. Un abrazo, hermano.
    Paulina Lombardo said...
    El maltrato infantil, es algo que no tiene justificación, no hay motivos para disculpar los golpes, las malas palabras, ni los gritos o peor aun los bejamenes que padecen algunos pequeñitos.

    Los niños no son paredes que patees y no sufran daño alguno, al contrario, son pequeños vasos más fragiles que el cristal, llenos de luz y que muchos a causa de los adultos monstruos que existen, se quiebran apagando su luz que irradia alegria, risas, creatividad...

    Tu cuento relata una realidad que es global, una realidad que traspasa fronteras, culturas, idiomas y hasta ideologias..

    Aunque parace duro, es bueno que existan personas como tu que escriben sobre estos temas y los ponen en las conciencias de todos nosotros, para recordarnos que el mundo necesita que los niños sean protegidos de estos..Monstruos.

    Gracias por visitarme y dejar tu huella en mi rinconcito, asi he podido compartir un poquito contigo.

    Saludos, Pau
    Felisa Moreno said...
    Cuando he empezado a leer me imaginaba a mi misma dejando a mi hijo pequeño en su cole, has descrito muy bien los colores, el ambiente de una clase de preescolar. Esa alegría se rompe de golpe con el dibujo, que ya previene de un final escalofriante.

    Por cierto, gracias por pasarte por mi blog y contarme tus motivos para escribir.
    Saludos

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