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INFAMIA. Ledicia Costas
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Hay portadas que te atraen de forma irremediable, si además la novela viene
avalada por la critica de lectoras de cuyo criterio te fías ciegamente, el
li...
El comensal / Gabriela Ybarra
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No suelo leer novelas de autores españoles. No sé realmente por qué. Quizá
sea que estoy llena de prejuicios, o que las sinopsis no me suelen llamar
la ate...
Llegó el final
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Queridos amigos, han sido años de compartir con vosotros mi alma al
desnudo. Quiero aclarar algo, que muchísimas personas confundieron, mi
nombre. Duna al ...
FINAL DE PARTIDA
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Se terminó el tiempo, nuestro tiempo.
La luz ya se hace tenue, indicando
que hay que abandonar el campo de la batalla.
Aquí yace, tan bello, el derrotad...
Sonny Boy
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Al (Alfredo) Pacino es Michael Corleone. Con eso debería bastar. Creo que
si alguna vez me lo cruzase por la calle tendría que esforzarme para no
poner...
AGENDA DE JUNIO
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Empezamos el mes de junio con la publicación de mi nueva novela: EL PRÓXIMO
VERANO EN SEÚL, con la que me presento por primera vez al Premio Literario
A...
Sonny Boy
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AGENDA DE JUNIO
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Cuando tu cuerpo va contra ti
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Finalmente voy a tener que ir al fisio. Me he estado resistiendo durante
todo el año, pero ya he llegado a una situación en que no puedo salir a la
calle...
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El ocaso de los sentidos es la historia de una madre y una hija.
La historia de una etapa de la vida, en la que una se convirtió de nuevo en
niña y la ...
P.D. James: Sangre inocente
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No tiene demasiadas obras maestras la novela negra. Los autores suelen
atenerse a un esquema muy definido y cómodo y apenas introducen novedade...
INFAMIA. Ledicia Costas
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Creemos en los ratones
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En mi Mundo Invisible hay muchas cosas en las que creemos , y una de esas
son los ratones, ojo no hablo de ratas, sino de los simpáticos ratoncitos
que nos...
Esta noche, en mi país...
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Estará ahí, como cada noche...
hoy será hermosa como un queso, grande como lo es ella. Brillante algo más,
tal vez, que otras noches.
Hoy no se esconde. Es...
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DIA 2
¡Hola a tod*s!
Bien, pues hoy, día 2 que ando por aquí, me gustaría compartir una comida
de cabeza que tengo desde que leí este artículo:
http://l...
FINAL DE PARTIDA
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Se terminó el tiempo, nuestro tiempo.
La luz ya se hace tenue, indicando
que hay que abandonar el campo de la batalla.
Aquí yace, tan bello, el derrotad...
La otra puerta deja de actualizarse y se traslada
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Ya no habrá nuevos contenidos en este blog, puesto que hace tiempo tenía la
intención de actualizar mi sitio *eldigoras.com* y adaptarlo a un poco al
mundo...
Lisa Germano y Phil Selway en Covo Club
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Aprovechando los días que estuve en Bolonia descubrí el Covo Club, un local
con una interesante programación de conciertos, y allí el 30 de marzo fui a
ver...
LOS PREMIOS... TODOS JUNTOS.
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Queridos Autores,
ya sé que la espera ha sido larga... también mis espacios sin tiempo lo
son... Esa es la razón de la demora, por la que os pido, de nuevo,...
Matilde tiene 49 años, un marido y un hijo de diecisiete con los que comparte un pequeño piso de 80 metros cuadrados, una gata persa y una vida anodina y vulgar.
Como cada mañana, Matilde se levanta a las siete menos cuarto, cuando ese anquilosado radio reloj Seyko, con los dígitos azul desvaído, deja salir de su vientre el odiado zumbido que marca el comienzo de otro día, idéntico al anterior.
La bata estampada de color rosa descansa sobre el anticuado galán de noche, se la ciñe a una cintura que ya ha dejado de ser de avispa, como la que lucía en su juventud ya perdida. Bosteza y, sin hacer ruido, se desliza arrastrando sus zapatillas hasta la cocina, intentando sujetar con las manos los rebeldes mechones de pelo que desean tener vida propia.
El leve ronroneo del tubo fluorescente le acompaña mientras empieza a preparar los dos almuerzos que, uno para el trabajo y el otro para el instituto, han de llevarse recién hechos los hombres de la casa. Tras envolverlos en papel albal, comienza el turno de desayunos. Adolfo, su marido desde hace tantos años que ya no recuerda, aparece junto el quicio de la puerta, somnoliento y con hedor a sudor. Una camiseta interior de tirantes le cuelga del esquelético pecho mientras el lacio pelo negro se encrespa sobre sus tristes ojos azules, esos por los cuales un día ella creyó perder la razón y que, ahora, han perdido su brillo. Se sienta a la mesa de plástico de la cocina, dejando caer sus brazos a cada lado, esperando el humeante café que Matilde, cabizbaja, le brinda en un tazón de loza blanca, acompañándolo con un tímido “buenos días”. Él, asiente y le dedica una media sonrisa mientras la gata persa se restrega indolente entre sus piernas.
El minutero del reloj de la cocina marca cada segundo acompasando el silencio.
Ignacio, el rebelde adolescente, se desvanece por el pasillo, como una aparición de otro mundo. Su delgado cuerpo tiembla mientras las débiles rodillas intentan sostenerlo, rebelándose aún contra el pasado fin de semana, lleno de excesos.
Un adiós en la puerta del piso, un leve roce de los labios y el ascensor deja a Matilde huérfana en medio de su soledad.
Las horas pasan líquidas, mientras que las nubes arullan sueños que se desvanecen.
Pero la vida de Matilde ha cambiado de un tiempo a esta parte. Hace unos meses atrás, Jacinta, su vecina del cuarto, le habló de los cursos de la Escuela de Adultos del barrio. Después de mucho pensarlo se atrevió a acercarse por el centro, allí le tendieron las manos abiertas y en pocos días empezó a ir a clase. Comenzó con unas básicas nociones de lectoescritura, después pasó a las matemáticas e incluso al inglés. En su casa la toman por loca, ¿Dónde va a ella su edad?, pero Matilde está contenta y orgullosa de su nueva vida.
Tras las clases, empezó a leer pequeños libros que le prestaban las compañeras e incluso se atrevió a comprar un ejemplar de bolsillo. Cada día, el mundo de Matilde se abre a dimensiones desconocidas hasta entonces para ella.
Pero desde un mes hasta ahora, el cambio ha sido mucho mayor todavía. Envalentonada por sus progresos se apuntó a un curso de Ofimática. De repente, ese mundo lejano e inalcanzable que eran los ordenadores es ahora una nueva ventana al mundo.
Cada tarde, cuando los hombres de la casa se van a sus quehaceres diarios, Matilde se sienta ante el pequeño portátil de segunda mano que acaba de comprar con sus escasos ahorros. El comedor es, en esas horas, su seguro refugio.
Investigando, pues se ha vuelto curiosa e impulsiva, conoció los “Chats” y ese fue el colofón de la nueva Matilde.Al acomodarse ante su pc, puede ser cualquier persona, tiene cien caras, cien pasiones, mil vidas diferentes. Un día es una morena de 30 años y unos deseos carnales impredecibles. Otrora una mojigata bibliotecaria que se hace de rogar…
Hoy, Adolfo ha terminado pronto de trabajar, varios clientes se han echado atrás en sus pedidos y ha decido tomarse media tarde libre. Mientras recorre las calles que le separan de su casa, se detiene en una pequeña floristería, hace años que no le regala una flor a su mujer, hoy podría ser el día, se lo merece. Sabe que su vida no es perfecta, que podría dedicarle más tiempo, intentar hacerla feliz, pero ha olvidado como.
Abre sigilosamente la puerta del piso, el recibidor está en penumbra y, al fondo del pasillo, se percibe una luz azulada proveniente del comedor. Con una sonrisa, pensando en la sorpresa que va a darle a su esposa, se aproxima sin hacer ruido hasta el quicio de la puerta. Matilde está semidesnuda tumbada en el sofá, el ordenador portátil descansa en la pequeña mesa, reflejando la imagen de su mujer acariciando su sexo mientras una voz de hombre se escapa de los diminutos altavoces, pidiéndole que siga haciendo lo que tanto le gusta.
Las flores caen al suelo en un lamento sordo. Adolfo desanda los pasos de su tristeza mientras una solitaria lágrima cruza su mejilla. Con un suspiro cierra la puerta del piso y baja a la calle en el tétrico ascensor. Al salir del patio, el sonido de la ciudad lo envuelve, se acerca al “Bar de Paco”, a tomarse unas cervezas mientras se hace la hora de cenar.
Matilde en las garras del cibersexo? Jaajajaja. Increible realto hermano. No imaginaba ese final. Se me ocurrió hasta ver a Matilde divorciada y con ganas de aventuras concretas, pero un final asi, no lo hubiera imaginado jamás. Muy bueno. Un gustazo leerte.
Desde que apareció internet, hay muchas "matildes" que han logrado liberar su banal vida sometida sólo a los que haceres de la casa, sin ninguna recompensa en forma de cariño, amor y esa lujuria siempre necesaria.
Gran relato y gracias por la visita, nos leemos, un fuerte abrazo.
En este año que se viene y que promete estar más cargado de crisis y recesión que el año que se va, te deseo un Feliz Ano Nuevo. Es decir, un culo portentoso y suficientemente resistente a los embates anales de esa gran polla económica que promete sodomizarnos sin vaselina.
Gran relato y gracias por la visita, nos leemos, un fuerte abrazo.
PD: Pronto te enlazó a mi blog.
En este año que se viene y que promete estar más cargado de crisis y recesión que el año que se va, te deseo un Feliz Ano Nuevo. Es decir, un culo portentoso y suficientemente resistente a los embates anales de esa gran polla económica que promete sodomizarnos sin vaselina.