Foto by me. Piazza Narbona. Roma. Enero 2011
Una vuelta más, un nuevo sollozo y vuelta a empezar.
Se apagó la luz, la música dejó de sonar y el silencio se adueñó de tu mundo. ¿Dónde estás? ¿Por qué así? Tan solo inquietud.
Un vuelta más, una lágrima y un grito cercano.
La oscuridad amenaza con atraparte en ese cuarto cerrado. Te absorve, te encuentra y retoza en un tu piel. Se vuelve pegajosa y húmeda, te hace cosquillas a la vez que da miedo. Una fotografía en blanco en negro. Un recuerdo cercano que aparece y se difumina. Alargas una mano e intentas retenerlo, pero ya no es tuyo. ¿Era ella? ¿Era su pelo el que brillaba iluminado por el flash?
Una vuelta más, el viaje prosige con billete único.
De nuevo la luz y una imagen dolorosa, una pérdida, una etapa olvidada que desearías no haber vivido. Quién pudiera echar el tiempo atrás. Tal como vino se marcha y entonces, ya no recuerdas el hecho, la tragedia. El tiempo va hacia atrás y cada imagen es más antigua y tú más joven, hasta llegar a ser un niño. Gateas, te pones de rodillas y recorres un pasilo interminable hasta que las fuerzas de flaquean y caes rendido, pero no puedes parar. Te arrastras y, de improviso, un abismo se abre ante ti. Caes con alarido quedo, silencioso, mojado. Tus pulmones se llenan de líquido y la última imagen de tu vida desaparece de tu recuerdo, olvidada, borrada.
Una vuelva más, el andén se acerca y el revisor se acerca. ¿Es tu parada?
Flotas perdido en la nada, los párpados cerrados, la calidez, la tranquilidad de sentirse seguro, aun sin saber dónde. Dolor, naúseas, un terremeto que inclina la balanza de tu mundo y te ves arrastrado con él. Intentas asirte a algún espacio seguro pero es imposible, la violencia del torrente es demasiado intensa. Claridad, frío, miedo y al final, llanto.
Una vueltas más. Empezamos de nuevo.