La habitación huele a canela, es su aroma preferido. Sobre la pequeña mesita de noche se elevan las volutas de humo que desprende una ramita de incienso, en cada esquina de la habitación, una vela de distinto color se mece al compás de una música que nace de los diminutos altavoces, escondidos tras las cortinas. El ambiente creado es, sencillamente, perfecto.
Ella está mirando la luna a través de la inmensa ventana, el pelo lacio, rubio, cae sobre su espalda desnuda hasta encontrar su cintura. Se da la vuelta con el brillo de la noche perenne en sus ojos, avanza sigilosa, paso a paso, hasta el lecho, donde él la espera. Sonríe, pícara, se retira un rebelde mechón de pelo del ojo derecho y lo desplaza por detrás de su delicada oreja.
Apoya una rodilla sobre el borde del colchón de látex, donde duermen los pies de él, los sensuales labios se entrelazan en un pequeño mordisco, dejando a la vista sus dientes blancos. Sobre sus pechos, dos líneas paralelas de su cabellera ocultan las aureolas de sus rosados pezones, en su ombligo, una joya incrustada brilla con el reflejo de las pequeñas llamas. Bajo él, su pubis, inmaculadamente rasurado.
Acerca sus labios al pie derecho de él y besa sus dedos, con delicadeza, paseando su lengua voluptuosamente, entrelazándolos con sus labios, mientras acaricia su tobillo, subiendo las manos por su pierna. Flexiona sus rodillas y separa sus piernas, caminando por su piel, atravesando la montaña de sus rodillas, lo mira a los ojos y sonríe mientras sus manos acarician su vientre, liso.
Prosigue su ascenso, incansable, centímetro a centímetro ganando terreno de piel arrebatada al deseo. Atraviesa el ecuador de su cintura hasta detenerse en sus pectorales, mordiendo suavemente sus diminutos pezones, para descender de nuevo, buscando golosamente el objeto de su anhelo.
El miembro de él la espera, erguido, caliente, vibrante y lo acoge entre sus labios mientras su mano juega a acariciar sus testículos. Suspiros, temblores a cada caricia mientras ella se acaricia su húmedo sexo, bañado de deseo. Sus dedos juegan dentro de su vagina mientras su boca se llena ansiosa. El deseo es irrefrenable, se sube horcajadas sobre él, sintiendo como el fornido miembro la penetra, y cae rendida sobre su pecho, moviéndose al ritmo que le dicta su ansia. Apoya las manos sobre su pecho, el se mece a cada sacudida hasta que el orgasmo la inunda, invadiéndola de plenitud, recorriéndola desde la punta de los dedos hasta la cabeza, dejándola exhausta sobre su cuerpo.
El momento de pasión termina, se deja caer a su lado y sonríe, satisfecha.
En la mesilla de noche, un reloj marca tímidamente el transcurso del tiempo acompasándose con su respiración. Al cabo de unos minutos, cuando sus pulsaciones recobran la normalidad, se levanta, recoge a su amante de plástico y lo guarda celosamente en el armario, no sin antes un beso de buenas noches. La cama, vacía, la espera.
4 Comments:
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a ver, el amante es de pl´stico? osea unmuñeco? entonces no me cuadran algunos parrafos que son ya que un muñeco no puee realizar ciertos actos.
Lo releo mañna a horas prudentes con el cerebro mas fresco.
El texto en si es fantastico, muy sutil y erotico sin duda, lo de la canela , perfecto.
La foto no me parece que acompañe a ese texto que pide algo mas tenue con colores mas sepias o marrones , incluso dorados
ya se que soy una chinche si, pero lo hago como critica constructiva, si no te mola me lo dices ¿ok?
besos
Enhorabuena, está muy bien.
Besos
Que bien escribes, Bluesnight,pero me resulta muy largo el nombre ¿te enfadas si lo abrevio un poco?