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El Aroma del Miedo


Se apagan las luces, empieza la función. El conocido sonido del motor del proyector llega a mis oídos, me encanta.

Cómo ha cambiado tanto desde aquellos armatostes, aún recuerdo aquel FH99-35/70 del Cine Cervantes de Sevilla, cuántas buenas horas pasé allí. O el estreno de “El Ladrón de bicicletas” de Vittorio de Sica, qué tiempos, memorables e inmortales en mi memoria.

Pero, ahora todo ha degenerado en demasía, productos comerciales a mansalva. La gran maquinaria de Hollywood que nos inunda con sus temibles estrenos multimillonarios, multitud de efectos especiales, películas repletas de grandes estrellas y poca o nula imaginación.

Añoro la época de los Films clásicos. Quién no vio “Casablanca”, o se dejó llevar por la amarga historia del “Doctor Zhivago”. Quién no rió con Charles Chaplin ironizando al malévolo Hitler en “El Gran Dictador”. O se dejó enamorar por la inocente Audrey en “Desayuno con Diamantes”.

Qué tiempos.

“La Fiera de mi niña”, con mi amada Katharine Hepburn y el apuesto Cary Grant o por supuesto, la inigualable, “La Gran Evasión”.

Atrás quedaron, perdidas en la memoria, no en la mía ya que al menos puedo enorgullecerme de mi gran pasión.

Pero sobre todas ellas, mi pequeño vicio, las películas de Terror. Qué se le va a hacer, cada uno tiene sus secretos.

Aún recuerdo el olor del miedo viendo “Nosferatu”, o “El Vampiro de Düsseldorf” de Fritz Lang y tantas, tantas otras donde el terror flotaba en el aire, acompasado por la música y el latido de los corazones. Disfruto como un niño al ver cómo recrean esos mundos ilusorios, los ataúdes, los crucifijos, las eternas mentiras.

Hoy me he sentado en la última fila, solo, justo debajo del haz del proyector. He doblado cuidadosamente mi larga gabardina y la he depositado en el asiento de mi izquierda. La sala está a rebosar, familias, parejas y grupos de revoltosos adolescentes con sus refrescos burbujeantes y sus cargamentos de palomitas, ríen y hacen estridentes ruidos. Qué desagradable.

Al menos espero que se comporten cuando comience la sesión.

Los peores son estos dos que tengo delante, no tendrán más de 17 años, maleducados, estúpidos, incultos, creo que lo tienen todo. Se creen los amos del mundo, incluso uno se estira como si estuviera en el sofá de su casa y pasa sus apestosas zapatillas deportivas por encima del asiento delantero. Sus carcajadas dañan los oídos a la vez que escupen obscenidades; ¡paletos!

Da comienzo la película y, a pesar de lo que puede esperarse dada la masiva afluencia de público, hoy estrenan una película de seudo terror.

Pero eso es lo de menos, lo importante es la temática. Imberbes adolescentes jugando con la muerte y la sangre. En definitiva, la adaptación de un best seller escrito para enfebrecidos adolescentes, ” Crepúsculo”

El libro se podía aguantar, si quitas esas niñerías y acaramelamientos exagerados, da una imagen completamente distinta de ese mundo de ¿tinieblas? Es divertido, ñoño, fugazmente tenebroso. Un buen enjambre de letras que llevarte a un parque y, mientras eres acariciado por el viento de otoño, dejar pasar las horas.

La acción transcurre en la pantalla grande, los imbéciles de la fila delantera siguen con sus bromas ruidos y demás tonterías, son insoportables. Alguien se levanta y les llama la atención, ellos se ríen como cerdos en el matadero. Me están sacando de mis casillas.

Abro y cierro las manos mientras respiro profundamente, mi rodilla derecha tiembla en un baile convulso. El potente sistema de sonido nos inunda de estridentes efectos especiales, la rapidez de las imágenes no tiene tregua.

Silencio.

Continúa la película, dos largas horas de amortajado romanticismo mezclado con el estímulo de los corazones heridos.

El público aplaude y comienza a levantarse antes de que los títulos de crédito nos transporten a ese mundo, al otro lado de las cámaras. Lo odio, no pueden esperarse al menos a que se encienda la luz. Tropezones, disculpas, cabezas que cortan el haz del proyector.

Soy casi el último en salir, he recogido mi gabardina negra pulcramente doblada, mi silueta se recorta en la penumbra. Bajo los escalones y salgo despacio inhalando el aroma que ha quedado impregnado en la sala.

Las limpiadoras entran en ese momento, las oigo hablar de temas intrascendentales, reír y quejarse del sueldo. De repente un grito ahogado.

Sonrío, ya los deben de haber encontrado, apoyados el uno sobre el pecho del otro, con un hilo de sangre cayendo de sus cuellos.

Cierro los ojos, me relamo los colmillos un instante, una minúscula gota se ha quedado huérfana en la comisura de mis labios.

¿A qué sala entro ahora…?


5 Comments:

  1. Daría said...
    Je, la verdad es que la peli no me gustó mucho a mí tampoco... Pero claro, si se es un vampiro, supongo que menos aún.

    Hubiese sido interesante ir a verla contigo, incluso en tu condición de mortal.

    Un abrazo.
    Neogeminis Mónica Frau said...
    jajajjajaa...estupendo!...con la magnífica descripción de esos dos imberbes algo así me veía venir! ajajaj...ha sido un final de peli estupendo!!...(no para ellos, claro! ajajaj)

    Un abrazo.
    tag said...
    Que buen final.Inesperado.
    Yo no me lo he visto venir como Neogeminis.
    Y si no fuera porque a mi las peliculas de terror no me gustan nada de nada, diría que soy tambien una vampira.
    Porque me gustan tambien las pelis clasicas, con argumento y con grandes actores sin necesidad de efectos especiales.
    Tu relato de hoy, a pesar del titulo no me ha dado miedo, pero me ha encantado.

    Un beso
    mar... said...
    Cuando el protagonista se puso nervioso y comenzó a abrir y cerrar sus manos mientras la pierna le temblaba imaginé que iba a matar a los adolescentes, pero lo que no pasó por mi cabeza fué la forma de hacerlo, ¡un vampiro!.
    Menos mal que a mí no me gustan las películas de miedo, de todas formas intentaré no ponerme en las filas de atrás por si la próxima sala donde entra es en la que estoy yo.
    Un saludo de mar
    Francisco Ortiz said...
    Yo he optado por ir a la sesión de los 5 de la tarde, cuando estamos cuatro gatos, para no sufrir mucho de lo que bien cuentas en tu texto.

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