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Amanecer




Aquella noche, me di cuenta de que mi vida era todo lo contrario de lo que siempre había deseado. ¿Cómo asumir tal pensamiento sin caer en la locura? ¿Sería posible despertar y reconducir mi existencia, llevar mis pasos por el camino que soñé cuando era un crío? Quizás, lo más fácil hubiera sido dar media vuelta en el colchón. Volver a cerrar los párpados dormidos y abrazar a las pesadillas que, purulentas y con los dientes afilados, rechinaban los dientes al otro lado de la oscuridad. Pero no lo hice, me negué a ello. Por primera vez en lo que recuerdo de mi vida adulta, cogí las riendas, azucé al desbocado caballo que era mi continuo devenir por este espacio temporal al que nos escupe el destino al nacer y comencé a trotar. No fue sencillo. Lo primero fue luchar contra la pereza, que me arrastraba con ella, me abrazaba con sus cálidos tentáculos y me susurraba al oído mil prebendas: déjalo para mañana, no hay prisa, siempre encontrarás un mejor momento, piénsalo un poco, no te dejes llevar. Después me las tuve que ver con el cofre de los temores. Se abrió de golpe, sin avisar. Las bisagras chirriaron y de su interior salieron mil miedos vestidos de desconfianzas, recelos, aprensiones. Cualquier cosa era valida. Cualquier argumento era bueno para echar por tierra mi rebelión. Pero me negué. Sacudí mi cabeza y deslicé por la punta de mis cabellos todas aquellas palabras que tanto dolían. Grité. Elevé mi mirada a un techo blanco del que se desprendían desconchones de pintura, como las pieles de los ancianos que cuelgan de sus flácidos brazos. Conté cada una de aquellas heridas abiertas en mi cielo particular y vi que reflejaban mi conciencia, echa añicos. Abrí la boca, tomé aire y dejé que un grito desgarrador emergiera de mi garganta. Los ojos me lloraron, los oídos me dolieron sorprendidos por tan atronador sonido. El tiempo se detuvo, los latidos de mi pecho resonaron con fuerza en mi interior y me sentí liberado. Abrí la ventana y un rayo de sol se coló entre la bruma de un amanecer sonriente.

Quizás, hoy aprenda a vivir.

Mi única duda es: ¿estarás todavía allí, cuando te busque?

2 Comments:

  1. Anónimo said...
    me ha gustado esta entrada, me vi entre tus palabras en un momento de mi vida. ya estás viviendo ;)
    aldhanax said...
    Qué bella entrada! Me hizo pensar la pregunta.. estarás allí cuando te busque? Exelente.
    Besitos

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