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Soledad


Despacio, mira a su alrededor, el silencio se proyecta como una negra sombra sobre su habitación, pero no es un silencio lúgubre, tan solo, el silencio de la noche, cuando ha llegado el momento de descansar después de un largo día..., la penumbra le rodea, acunándolo en el camino hacia los sueños, y, en ese duermevela entreabre los ojos un instante, una débil luz se proyecta por el quicio de la puerta de su habitación, y casi entre sueños consigue distinguir el conocido sonido del televisor atenuado por la puerta cerrada y las voces apagadas de sus padres, una sonrisa recorre su rostro débilmente al pensar en ellos... tal vez las únicas personas que de verdad le puedan entender...gira la vista despacio hacia la ventana, abierta de par en par, es verano y le gusta notar el frescor de la noche, además, asi también puede ver las estrellas, la osa mayor, casiopea, leo, cáncer... y sobre todo, jugar a buscarla luna... La luna... Le encanta cuando brilla en la noche reina de las estrellas, como el brillo de los ojos de la niña morena que tiene todos los días a su lado en el taller, con esos rizos... y esa sonrisa... es encantadora pero... le da miedo, si, le da miedo acercarse a ella, intentar hablarle, decirle lo que siente, cuantas noches estuvo sin dormir soñando... soñando las miles de palabras dulces que le diría, si pudiera... cogerle las manos entre las suyas y mirarla a los ojos... acurrucar su cabeza en sus hombros... sentir el calor de su mejilla en sus labios dándole un simple beso..., correr entre las olas cogidos de la mano, tumbarse en la arena y perderse en las estrellas, prendido en sus ojos...pero... es imposible...a no ser que sea en sueños... soñar...es tan solo lo que le queda..., se reirían de él, seguro... si tan siquiera lo intentase... porque nadie le entiende, aunque dicen que lo hacen, pero es mentira, la lástima y la caridad no deberían estar unidas, y las personas las confunden... (Despacio y con un profundo dolor en el fondo de sus ojos pardos, dobla dolorosamente la cabeza, apartando así la mirada de la ventana que le hace soñar al perderse en la noche, y al abrir los ojos de nuevo la dura realidad sigue persistente, imperturbable en su verdad.... El motor de un coche se acerca por la calle desierta y el reflejo de unos faros irrumpen por la ventana reflejando su luz en el interior de su habitación, y un brillo metálico se desdibuja en un rincón obscuro, donde una silla de ruedas dormida en su quietud es testigo, confidente y cárcel de sus sueños…

© Javier Marzo Ferrer

Miedo


Hace media hora que se fue

Y las bombas siguen cayendo...

Dijo que se iba a por una barra de pan, aunque tuviera que hacer cola junto con más de doscientas personas...

Me dijo “no te preocupes princesa, a Mamá no le pasará nada”...”enseguida estaré de vuelta...”

Cada día es más difícil atravesar las calles, lugares a los que no hace mucho llegabas en varios minutos andando, ahora son montañas de escombros atestados de inmensas ratas y crueles francotiradores agazapados en las sombras esperando su siguiente presa de sangre, no importa si es niño o niña, mujer o hombre, tan solo es una muesca más que añadir a la culata de su arma arrebatadora de vida y esperanza.

Hace media hora que se fue, y no sé si volveré a verla...

Me abrazo a mi osito gris de peluche, antaño blanco y rezo por ella.

Él me mira con su único ojo insolente y triste, yo me enjugo una lágrima y no quiero pensar, a él le falta también la pierna derecha, como a mi hermano, pero no se la quitó una bomba como a él...

Antes jugaba al fútbol, se conocía todos los jugadores de Europa de memoria, sí, de esa Europa hipócrita e insolente que ahora mira hacia otro lado mientras en esta tierra hermanos se matan unos a otros... ya no volveré a verle reír ni saltar en el patio, ni cogeré su mano mientras brincábamos hacia el colegio, no, ahora yace en la cama del sótano delirando entre fiebre con el horrible olor a muerte rondando su cama, ondeando la guadaña vengadora y triunfal de los desheredados...

No volverán a ver sus ojos los de mi padre, ¿los veré yo acaso... de nuevo? Él hace más tiempo que se marchó, se lo llevaron unos hombres con uniforme, decían que tenía que luchar por su patria ¿contra quien? Preguntó él, Qué más da... todas las balas matan...

Y aquí, agazapada en un cuarto oscuro, sin más consuelo que el áspero contacto de mi peluche y el murmullo de las bombas, arrullada por el silbido de las balas entre detonación y detonación... dejo volar mi imaginación y sueño.

Sueño con que mi vida no es más que una pesadilla de la que despertaré sin darme cuenta, sueño... con que el cielo volverá a ser azul y desaparecerán las brumas de las explosiones y que la música que escucharán mis oídos ya no será el aullido de los lobos hambrientos de sangre vestidos de verde si no el simple silencio de la paz.

Pero mientras tanto sigo escondida, en mi zulo particular bajo las escaleras de mi casa... las manchas de mi piel pasaron de ser marrones a negras, mi vestido no es más que jirones de un recuerdo y mi pelo el estropajo en lo que lo ha convertido el polvo que flota incandescente allá donde piso...

Oigo pasos que se acercan, cristales rotos crujen bajo el peso de botas militares y una silueta se recorta sobre el alféizar de la ventana del salón, entreabierta la tapa de mi baúl mis ojos tan solo distinguen oscuridad... y una respiración que se aleja... tal vez sea una trampa... contengo la respiración y cierro fuerte los ojos... la pesadilla pasará... mañana será otro día... o no...

© Javier Marzo Ferrer


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